Por: Diana Laura Hernández
Victoria, Tam.-Como gobernador se distinguió por su sencillez y cercano a la gente.
Acudía todas las mañanas a degustar café al restaurante «California» o bien a comer gorditas Doña Tota donde la gente lo podía encontrar.
Además ordinariamente salía a pie del Palacio de Gobierno sin escolta o asistentes.
Sencillo como ningún otro, Don Enrique, recurrió a un lenguaje franco y directo con el que se ganó la simpatía de la gente y muchos adeptos.
Y muy a pesar de los años, ya como ex gobernador continuó su residencia en esta Ciudad Victoria, y seguía cosechando aplausos en cada aparición en público de algún evento político de su partido el PRI donde milito con orgullo toda vida.
Entre sus obras más reconocidas que se edificaron durante su administración se encuentra la construcción del Complejo Gubernamental «Revolución Verde» que comprende: la Primera Torre de Gobierno, el Palacio de Justicia, el viejo Palacio Legislativo (hoy Tribunal Electoral del Estado) el Centro Cívico Gubernamental y la biblioteca Marte R. Gómez.
Además le dio un fuerte impulso al campo instrumentando el programa denominado «Revolución Verde», además de que impulso el Tecnológico Regional de Ciudad Victoria.
En el sector privado, integró varias empresas como la Organización Radiofónica Tamaulipeca (ORT); la distribuidora de gas JEBLA.
Además adquirió el periódico El Diario y una empresa de insumos para el sector agropecuario y por su pasión por el campo adquirió varios ranchos ganaderos.
Hasta ahora, le sobreviven su esposa Doña Bertha del Avellano de Cárdenas y como sus hijos José, Laura, Enrique, Eduardo y Alejandro.
Su partida, ocurre justo a un mes de que su nieta Alejandra Cárdenas Castillejos, arranque su campaña rumbo a la diputación federal por el V Distrito con cabecera en esta capital.